Javier Hermoso de Mendoza
Javier Hermoso de Mendoza
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A VUELTAS CON LAS RIADAS

Si hubieran sabido los comerciantes que intentaban sellar sus locales para evitar que les entrara el agua de la segunda riada que, según la Alcaldesa, "en todo momento estuvo controlada la situación", gozosos hubieran dejado su tarea y la hubieran acompañado para ver como el agua subía y subía, eso sí, centímetro a centímetro, y controladamente llenaba la calle, rebasaba la acera y por resquicios inverosímiles anegaba sus negocios. Su tranquilidad hubiera llegado al paroxismo si se hubieran enterado de lo que "creo que son noticias tranquilizadoras, porque (...) nos faltarían como unos tres o cinco centímetros para llegar a la señal; a la marca de la riada del día cinco. Luego si nos sube solamente diez centímetros más, estaríamos por cuatro o cinco centímetros por encima" de la riada anterior, lo que demuestra que "Estella estuvo en todo momento controlada"... por la riada, claro; no por la Sra. Alcaldesa. Y puesto que "no estábamos tan mal como estaba, por ejemplo, la ribera del Ebro", convendría que se desplazara a Valdega a explicar las razones por las cuales mientras los riberos ponen el grito en el cielo exigiendo el 100%, a los agricultores de nuestra zona no se les reconoce siquiera el 85%, porque, según ella, para que se reconozca una zona catastrófica "tiene que haber unos porcentajes, unos baremos, que yo no los puedo decir, porque no los sé, [pero] hay que tener unos parámetros de cantidad de m3 de agua por segundo, y de otro tipo de parámetros, los cuales marcan los parámetros que determinan si es una zona catastrófica o no es zona catastrófica" ¡Olé tu garbo, Marijose! (Lo entrecomillado lo dijo la Sra. Bozal en la radio).


La calle Mayor de Estella, inundada.
La calle Mayor de Estella, inundada.

Sea como sea, para nuestra Alcaldesa debería quedar meridianamente claro que debe abandonar esa labor de correveidile y mensajera que tanto le gusta, y encabezar la exigencia de que ningún agricultor de nuestra zona se quede con menor indemnización que los de la ribera; ningún comerciante sin recibir la ayuda que le permita superar los efectos del agua; y que empresas como Ega Jardín reciban el apoyo necesario para reponerse a la catástrofe. Espero que, aunque sea por una sola vez, y en beneficio propio, abandone esa servil complacencia hacia el Gobierno, e imitando a los alcaldes riberos exija para los ciudadanos de Tierra Estella el resarcimiento de las pérdidas ocasionadas por el agua.

Dos en un mes es demasiado, y esperando la tercera el ciudadano tiene la sensación de que no se ponen los medios para evitar los efectos de las riadas. Con ánimo de contribuir a ello, lanzo mi propuesta: a), para evitar la inundación de la calle Mayor y plaza de San Martín, cuando hay riada encajar unos tubos en los imbornales, de manera que el agua suba por ellos y no desborde a la calle -el agua de lluvia o la que escape de las juntas, con una bomba puede echarse al río; b), para evitar que entre a través de los servicios de las bajeras, canalizar los tubos a las conducciones de fecales; c), para evitar la inundación de la zona del Ché, elevar el pavimento de lo que se usa como terraza, preparar tapones para los desagües de la misma, y elevar el muro que la separa del río; d), aprovechando la construcción de la autovía, solicitar que se elimine la barrera (ya la preví en el informe que en aquél tiempo entregué en el ayuntamiento) que para las riadas representa la variante a su paso por Noveleta; y e), pedir al Gobierno que elimine los drenajes que en la década de los 60 realizó en Urbasa, los cuales disminuyen la capacidad de regulación de la sierra.

Nota: esta colaboración se publicó el 9 de febrero de 2003 en la edición Merindad de Estella de Diario de Noticias.

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